La dejé cubierta de hojas mustias, fue por benevolencia el que me incliné a sobarle la cara surcada por líneas que mas q rimel escurrido parecía rastro de negros gusanos acuosos, déjame contarte que sufrí por ella, si admito que lo hice, por instantes quise sentirme como percibían el tacto grácil sus anchos pies carentes de envolturas, recordé esa añeja costumbre que disfrutaba de caminar a pata raja, acaso creo q por lo que ella me contaba, así se ataba al suelo, era como dice la vecina flora, su cable a tierra. También tome sus manos lánguidas, sus dedos medios deformes, poco finos para mi gusto, eran dúctiles, a primera ojeada daba cuenta que esas manos mofletudas, carecían de gracia, siempre me mofe de sus dedos, de sus uñas mochas, de su palma abultada, que sabía ella de dar placeres al roce de una caricia, no? … jajaja… perdón! No es falta de respeto a la desdichada mi desatino, es que la imaginaba sentada en el larguero de su catre, mirándoselas, pensando largamente, creía que por osmosis acaso sus pasiones mutarían al idilio… puaj! Soñadora.
Admito, q recordarla me hace un poco de justo dolor, igual a veces quisiera ser como era ella, ese gustito de creerse q bastaba decir te quiero para ser verdad, esa fantasía infantil de confundir seducción con carne, amor con excitación, lóbulo con arma.. ah.. pobre ilusa. Por años la maldita me mantuvo cautiva, como aquel de la mascara en la bastilla, cual custodio era Benigno de Saint-Mars, me escondía, renegaba de mi, pero no me privaba de alimentar mi ímpetu, de saciarme cuando se dejaba atrapar en la cruza de piernas, pelvis, lenguas y dedos… aun así, me permitió crecer a sus mismos tiempos, ella manteniéndose cuerda y sometida y yo pudriéndole lo ilusa, le escupí mil veces a la cara, en cada derrota, persevere por salir ahuecando su muscuesqueleto, entérese como guerreé para ver este día, el del juicio final en q usted oficia de juez y me acusa.
Parafrasearé a aquel que usted mismo ha citado en su libro de actas de normas y morales, esta libre de tirarme la primera piedra? que me quedaba si ella me negaba, su vergüenza de reconocerme no la hacia juicio admitir que yo fuera pura piel, puro tacto, no me creía capaz de amar intensamente horas, días, con suerte treintenas de días sumados en mas de cinco veces…ella no admitía desistir de buscar el amor eterno, ese que oía en la salita de guardería. Eso debió ser, creció débil, lambiscona, acaso los malcriados rapaces q la arrinconaban con sus cantos de negra fea le adosaron el desamor… que va! yo siempre observe distante, no comprendo porque siendo tan débil y desaliñada lograba someterme… si le hubieses visto abofetearme no la defenderías, no sería yo a quien juzgas, culpable ella, culpable de todas sus derrotas, merecidas sus lloriqueadas, por egoísta ególatra narcisista mire q venir a creerse superior a mi, de seguro hubiese permitido convivencia en su misma cáscara, la historia sería de otras aventuras relatadas, si acaso ahora bosteza y la abruma el tedio enterándose de mi declaración, no me culpe a mi culpable ella, usted q fue cómplice de sus amenazas y su aprontare q te ahogo, te mato Sirena…
No hay comentarios:
Publicar un comentario