Carta abierta a mis hij@s

A mis hij@s, 
 Que me perdonen por haberles parido 

No me hice madre por opción, aunque era mi sueño preciado de niñez. A causa de las circunstancias, el miedo y las culpas, he parido a cuatro y saben más mis huesos que mis jueces cuánto me ha costado.  Pido perdón, sucumbí al miedo y a la coerción. 



 Ya es tiempo que me baje del podio moral de haberlos parido. Si el derecho a decidir sobre mi maternidad fuera una realidad, no, no hubiese parido a cuatro. Canjeé sus derechos protegidos por mi bienestar emocional, como podía yo ir con la cabeza en alto si arrojaba de mi útero la incipiente vida? me temblaban hasta los huesos del temor a ser encarcelada por revelarme al mandato de la maternidad. 

Parí porque me ganó el miedo. Parí porque me falló la anticoncepción, porque cuando al cuarto embarazo no deseado me revelé a la orden de parir y comencé a sangrar, le temí a la privación de libertad, al abandono de quienes ya había parido y al repudio de los veladores de nuestra moral sexual. 

Parí porque temí a quienes legislan para uno pocos que reniegan con sus actos en el nombre del alto cielo de sus monsergas de credos. Parí no por esa construcción social de instinto maternal sino por sumisa al patriarca, al juez, al estado, al eclesiástico. Sí, por temor a esos mismos que me obligaron a parir y apenas expulsados de mi vulva y vientre poco han hecho por proteger su vida, por amparar, defender, proveer, otorgar, garantizar sus derechos fundamentales para su supervivencia y desarrollo. Que mis amores paridos, me perdonen. 

Tantas tardes y días con sus noches he andado a media máquina porque no me ha servido el analgésico para desprenderme del dolor de cabeza y cumplir, cual rito, el cuento a los pies de su cama, porque olvidé muchas veces la sonrisa de sol a sol, porque entre tanto machacarme el lomo para asegurar el caldo, mi hambre, mis culpas, mi cansancio, mis inseguridades, mi anulación me volvió iracunda y poco amorosa. 

He parido a cuatro y hoy es cuando les pido perdón por no haber sido lo suficientemente valiente de arriesgarme al castigo o la muerte para postergar mi maternidad contraviniendo la obligación de parir. Parí porque así lo rezan y disponen los observantes de la moral y moral sexual; “la vida así lo quiso”, “así la mujer es plena”, “Me gustó abrir las piernas”, “Donde comen dos comen cuatro”, “la vida de la mujer es una vida de sacrificios”, y hay que parir con dolor y criar hasta inmolarse, por culpa de Eva que tentó al hombre. 

He parido y hoy me toca pedir perdón, porque escogí un camino pedregoso y no solo se laceraron mi pies, sino también los de quienes parí. Perdón porque caí en un pozo, y aunque supe asomar la punta de mi nariz para respirar e instalé a l@s mí@s en mi nuca para avanzar, se me volvieron una carga pesada. Muchas noches llegué lánguida y no tuve fuerzas para agarrar la escoba, para conectar la plancha y estirar la ropas, para acordarme de apagar la llama de la cocina y no quemar la olla mientras con esfuerzo me paseaba por las cuatro cabezas para besarles las mejillas. 

También me toca pedir perdón porque más de alguna noche los dejé con su abuela y salí a bailar desenfrenada a un antro barato. Porque se me ocurrió ir a la Universidad después de la pega, porque “pierdo el tiempo” haciéndome de causas. Porque muy probablemente, cuando me agarre la muerte no será con las botas puestas. He parido a cuatro y escupo a quienes me llaman asesina por defender la vida de las mujeres. De aquellas que parimos y no parimos por las circunstancias que son propias y nunca ajenas. 

He parido a cuatro. Con altivez de una mujer real y no una madre santa de sus revistas, escupo al estado, a la iglesia, al juez, a la sociedad que me quisiera ver encendiendo velas por cada embrión que no llegó a feto. He parido a cuatro y beso las mejillas de mis paridos. Tanto amor siento por mis hij@s que me atrevo a pedir su perdón, para sacudirme las culpas. Creo que he hecho suficiente mérito con mis actos, aunque errados con un inconmensurable amor. 

En esta carta sello esta solicitud de indulgencia, a l@s mí@s que he parido.

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