"Santiago. Cuatro personas, entre ellas una apoderada en huelga de hambre, fueron golpeadas y detenidas a las afueras del Te Deum ecuménico en las inmediaciones de la Catedral de Santiago, cuando intentaban manifestarse y denunciar la indiferencia del Gobierno y los medios de comunicación"
Pregunto a Usted Señor Presidente, ¿tanto teme a la expresión "violenta de una voz y manos vacías"?
En una acción pacífica, el día domingo nos desplazamos desde Avda. España, donde se encuentra ubicado el Liceo Enrique Darío Salas, uno más entre los tantos que se mantienen en toma sostenida durante más de cuatro meses por parte de nuestros valientes secundarios, hacia el Te Deum ecuménico en la Catedral Metropolitana.
Hoy, cuando el Estado de Chile sólo aporta el 25% al sistema educativo, cuando han transcurrido cuatro gobiernos democráticos desde una dictadura que nos heredó un sistema educativo donde la descentralización de la Educación pública se materializa delegando un deber del Estado a los municipios donde se encuentran ubicados los establecimientos, siendo esto sólo la antesala y facilitador de la subsidiariedad que encubre el largo pero certero camino a la privatización de un derecho y un bien social esencial que beneficia a la sociedad en su conjunto.
Pregunto a usted, que acusa de violentos e intransigentes a una nueva generación de actores sociales que nos ha despertado del letargo, que nos ha sacudido del acomodaticio artilugio de que “la democracia hay que cuidarla”, que acusa de falta de voluntad y egoísmo con aquellos "que quieren estudiar"; le pregunto a usted ¿de dónde ha nacido en su cabeza que mi hija, sus compañeros en la toma, sus congéneres movilizados, los huelguistas que han radicalizado su postura y el día 18 de septiembre sumaron 61 días en huelga de hambre, no quieren estudiar? Sepa usted que ellos sacrifican sus horas y sus libertades individuales por un bienestar común. Sí, ellos son violentistas por alterar mi conciencia. Me avergüenzo de no haber sido suficientemente violenta y haber quedado observando durante 20 años como el sistema económico imperante, depredador, seguía segregando a quienes habitamos en este mismo pedazo de tierra.
Pregunto a usted Señor, que resguarda el orden público ¿tan violentas y temerarias eran nuestras voces a cuadras de la Catedral Materopolitana? ¿tanto temían la máxima autoridad institucional de nuestro país y sus servidores públicos, que la plaza de armas estaba sitiada? Efectivos policiales, civiles y militares ¡con armamento de guerra! Juro que hasta una lágrima rodó por mi mejilla al verlos, mientras mis manos empujaban la silla de ruedas de una mujer cercana en edad, que ha tenido el coraje y el útero bien firme y se ha sumado a esta Huelga de Hambre de los estudiantes Chilenos.
Pregunto a usted que ha tenido la voluntad de leer estas líneas. A usted que se ha enterado por el registro visual que da testimonio de la represión sufrida por manifestarnos la peligrosa suma de una decena de personas, en el afán de visibilizar un movimiento que no decrece, un movimiento que a pesar de la parafernalia mediática que llega a nuestras casas a través de nuestros televisores, sigue creciendo y sumando voluntades. Pregunto a usted, que en justo derecho hace lo que quiera con su tiempo libre y en fiestas patrias, pregunto: ¿acaso si ellos oraban por la unidad nacional no teníamos derecho de vocear en nombre de ese Cristo y Dios que parafrasean quienes nos gobiernan?
- ¡Vean a nuestros jóvenes! se les va la vida en cada hora, en cada nuevo día que mantienen esta huelga.
¿Acaso ello me constituye un peligro? ¿Acaso ello constituye desordenes en la vía publica? ¡Me declaro más peligrosa y alteradora del orden que antes! Apresaron nuestras carnes, pero nuestras convicciones se reforzaron. Sepa usted, que "la letra con sangre entra" y arriba del carro policial, con cada golpe de puño en mi espalda, con cada mechón de pelo arrancado de mi cabeza, en cada grito de dolor mientras torcían mis brazos, en mis muñecas apresadas con sus esposas, no hicieron más que incrustar mi descontento, el de mis compañeras detenidas, el de nuestras huelguistas, en el de nuestras y nuestros jóvenes movilizados, entre aquellos que aún están observando desde la vereda, y en cada nuevo paso que doy desde ese domingo. Una mueca de dolor dibuja la satisfacción de ser sabedora de que los golpes no fueron en vano. Saber que la frustración inicial de desplegar nuestro lienzo oculto en el ultimo rincón de vallas papales que nos separaban de la catedral, fue sólo el comienzo. Nuestro lienzo ha viajado por redes, ha trascendido fronteras, ha indignado a más de la decena de transeúntes que nos aplaudían.
Empero, hay algo que me inquieta, no soy digna de recibir solidaridad, mis acciones son simples actos en los cuales intento cierta congruencia entre lo que expreso y lo que hago. No concibo seguir sentada bravuconeando lo que no me gusta, sin siquiera intentar dar los primeros pasos, quizás un día pueda marchar con orgullo sintiéndome tan consecuente y valiente como mi hija, sus compañeros y compañeras, como los setenta mil estudiantes movilizados que pierden este año académico, pero en sus manos, en su voz y en su pecho grabada la gloria de ser actores de una de las movilizaciones más grandes desde que hemos vuelto a la democracia.
Entramos al nuevo milenio con la propaganda de la revolución cientifico-técnica y la sociedad moderna sirviendo de cortina de humo a las prácticas feudales del capitalismo salvaje, que usa la violencia institucional y para-estatal para cumplir con sus propósitos de acumulación del capital. Amiga, hoy más que nunca, en todo momento y en todo lugar, en cada sueño y en cada realidad.
ResponderEliminarNada más decir que ud. y las personas que se encontraban en ese lugar merecen todo mi respeto y admiración. Entre tanta pose dando vueltas y entre tantas personas que se llenan la boca culpandoles de ser indolentes, faltos de respeto, antidemocráticos, que son los pocos, habemos más de 70 mil almas, más de 70 mil personas, las que aplauden su valentía y coraje para decir las cosas... Aguante querida amiga, aquí nadie va por migajas... estamos hartos de las migajas... por una vez en nuestras vidas, queremos el pan completo para poder repartirlo de manera igualitaria... ánimo amiga, mamá, compañera...!!
ResponderEliminarCuando la justicia parece una quimera, aparecen los guerreros que nos sacan del mutismo y nos golpetean con fuerza para emprender la lucha... esto me pasó con el relato. No sólo, amiga, porque fuiste tú quien sufrió la represión, sino porque tu escrito da cuenta del lado B de la lucha estudiantil que los medios se niegan a graficar.
ResponderEliminarQué valentía la tuya y qué orgullo el que me despiertas.
Hoy, empapados del ejemplo de una generacion valiente, arrojada, inteligente y solidaria, ya no se puede no ser un peligro, un peligro a los intereses mercantiles de quienes se han acomodado en los caros sillones que pisotean los sueños de los otroras parias. Pero ya no mas, el aire se llena de palabras y acciones valientes, de soten, de vehemencia, bella y peligrosa columna!!
ResponderEliminar