La cabriola de la Sirena

-Quería ser vedette...se lamentaba solitaria la sirena, expectorando para el alivio de sus infectados pulmones, el hombre se ofreció costar sus horas. Acaso no sabia que no era ella hembra que aceptare favores, mas para sus favores concedidos a trato de precio no había moneda que le fuera paga, temeraria, se agarro la holgada falda que cubría sus torneadas piernas de hembra, dejando al ojo del foráneo sus muslos turgentes, torció la boca, clavo su ojos oscuros en la retina del atrevido y lamió el borde del vaso que remojaba su traquea amarga con destilados de licor, mientras, sus piernas se fregaban dejando escapar el sutil sonido de los líquidos sensuales de sus calenturas.

Así le vio el, así la espió las horas de tarde, sigiloso sin decir palabra, casi olvidado, oportuno acto el vaso de la sirena a medio beber suspendido en su boca abierta…

- Acaso terminas un día de beberte la jarra?

La Sirena, tenía ya sus carnes alcoholizadas, sus senos demasiado intocados, su clítoris olvidado, le observó, le inquieto y ante tal peligro, no siendo ella hembra de aceptaciones ligeras, se limito a responder que esperaba al valiente que se atreviera a beberse los licores, los espumarajos de su boca y los néctares de su entrepierna.

Ay de ti Sirena desconfiada…amargada caminante de piernas hermosas, infructuosas en las plumas y cabriolas, Ay Sirena, enojada le escupió a la cara, -solo cuando me apetece la abertura escondida de mi vulva hay trato.

La Sirena se fue al rincón del bar, el hombre le escribe gráciles juegos en una servilleta… habilidosa les da lectura, arrepolla los escrito, los mastica,  se emborracha, se incorpora de cuando en vez a la barra y en tal faena deja que sus pezones queden justo entre los dientes del atrevido… roza su trasero en sus manos, y le niega sus favores… “soy borracha bataclana, hembra de favores en sabanas de arriendos…pero con el macho que se los gane