De sol de amanecida a sol de tarde me heló la melancolía de su ser que a fuerza de no saber pedir caricias, palabras, reaccionó con hosquedad.
La antipatía y el rechazo es un alarido de desolación, interpreto que el miedo a la dependencia emocional es lo que le provoca escabullirse
Quise acariciarle… empero me escupió la acomodada benevolencia y yo me alimente de sus amarguras elaborando frases.
Olisqueé sobre sus memorias, a tal punto o despunto -para mi pesar ya no lo recuerdo-haciendo oportuna su historia.
Me culpó de rapazuela por hacerme propia sus sabidurías lucradas desde la experiencia ajena.
Su vivir, me perteneció desde el instante que cruzamos una mirada, pronunció palabra y respiró el aire que exhalé al transitar cerca de sus pies.
Así pues, si no me perdono hacer desentendimiento con las miserias impropias, ni menos he de perdonarme algún atisbo de escozor por sus victorias.
Mas como mis desventuras como la de un alguien y la mía le pertenecen, aun no aprendo a celebrar sus provechos.
A fuerza de la necesidad de saciar mi alma intuitiva, precisé de su existencia, mas sabiéndose observada expelió olores nauseantes sin embargo sagaz debajo de una ceja inclinada percibí aguzaba los sentidos.
Su boca no declara que cimienta su propia Fe comprobando que a fuerza de sus improperios, sus manotazos prolongo mi permanencia.
Elucubro que su ostracismo alimenta su esperanza, necesita cerciorarse que no le abandonaré y me incita a proseguir.
A veces sus frases quedan rumiando en mi consiente. Otras se plasman en narraciones herederas de su mente moldeadas en mis composiciones mal elaboradas.
Me declara que si hoy las emociones no manan de un sentir primario, las que observo por porfía solo a ella pertenecen.
Exasperada le respondo lo único q podemos determinar como propio es la piel que escondemos tras los vestidos.
Para convencerla Acaricie su flaccidez bajo la cantera que higienizaba sus membranas, confieso q la desesperación me empujo al sarcasmo
Mirá -le susurre- que si no dejas que te socorra violo pacto y entero a quien ose mirarte con deseo que estás maltrecha.
Esperé algún gesto, un movimiento un nuevo ardid de desprecio, y el silencio que me pareció detestable me dejo frente a frente retina con retina capturada.
Al fin la vi como era, reconocí que no era tan mohosa y plañidera, la dicotomía de mi ser y mi actuar la cubría un día de sedas y otro de harapos
Sin embargo, fuera como vistiese su retrato se me asemeja tanto… y en tanto…
En tanto … tanto así… tanto que caigo en cuenta
Es ella el segmento inmaterial que nombro “mi alma” la que hoy desde el sol de amanecida al sol de tarde me heló la desolación mientras develo que es a mi a quien escudriño.
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