cerró lo ojos y en su rabia de hombre desecho, recordó la noche de juergas en las pistas del bar oliente a orines y pipeño. Agarro fuerte el vaso contiguo a su mano y se lacero la palma con los vidrios que explotaron como no había explotado su pene inerte aun en  contacto de los sudores de la hembra que había desenfrenado la pelvis en su boca. Las risas de la mal nacida retumbaban en su cabeza, que sabia ella la pagada, de placeres de el macho? No eran vulvas abiertas ni bulbos sepias en su lengua prodigios de placer, su sexo se desenfrenaba al sutil contacto con las lanillas de calcetas infantes, al roce desenfrenado de encajes inmaculados, al rechinar entre sus dientes el frote rítmico de corpiños de hilos. No había piel que extasiara en su suavidad sus papilas gustativas, en  sus juegos de seducción de telas y pantaletas no había olores de mujeres inertes.No  había erecciones en voces, gemidos y lenguas impropias, su gozo glorificado encontrado era en el silencio de prendas incólumes, en cuales no había oposición al arrancar a mordidas trozos de esa piel que no era piel, si no manto de placeres en algodones, sedas, encajes,  lanas y tramas

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