Clavo su iris, sobre las formas revueltas que le devolvía aquel vidrio montado en los cielos. Maldijo borracha de licores amargos, se mordió la boca y escupió los bordes de las sabanas rentadas, expeliendo sudores de sus carnes laxas.

De sus ojos tan oscuros como aguacero de invierno, bajaron lacerantes rastros de mascaras de betunes negros, rastrojos que fenecían confundidos en el bermellón de su boca rota.



Ay hembra ella tan hembra, había besado carne como su carne y mordido montes coronados con “aureolas” erguidas al paso de sus dedos humedecidos desde su vulva

Ay hembra ella tan hembra había extasiado en néctares inocuos, destilándose entre sus piernas.

Ay hembra ella tan hembra aguo como lagrimas de jolgorios de musas mudas, que gritaban sin voces solo en letras en su cabeza;

Acaso tan hembra, ay tan hembra no lloraste antes nunca tus orgasmos sobre machos y hoy ha destilado tu entrepierna en lengua de otra como tu, tan hembra.

1 comentario:

  1. Fue como beber un vaso de miel muy liquida para mis entrañas...
    Un saludo grande.-

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